La Biblia tiene mucho que decir acerca de la maternidad.
A las madres se las tiene en alta estima.
De hecho, existen pasajes en las Escrituras que comparan a Dios mismo con la maternidad.
Pero primero, necesitamos entender que como la maternidad, la paternidad, es una expresión del carácter y naturaleza de Dios. Génesis 1:27: “Y creó ’Elohim al hombre a su imagen, a imagen de ’Elohim lo creó, macho y hembra los creó”.
En este versículo, vemos la imagen completa de Dios revelada en ambos géneros: el masculino y el femenino.
Esta expresión tiene diversos propósitos.
Aunque estos propósitos son extensos, echemos un vistazo a cuatro de ellos.
Para cumplir el mandato de la creación:
Proporcionar grandes hombres de Dios
Proporcionar grandes mujeres de Dios
Proporcionar al Mesías
El mandato de la creación
El mandato de la creación es la orden de Dios para que la humanidad ejerciera dominio sobre la tierra.
Esto se encuentra revelado al inicio del libro de Génesis:
Génesis 1:26-28: “Entonces dijo ’Elohim: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que repta sobre la tierra.
27 Y creó ’Elohim al hombre a su imagen, a imagen de ’Elohim lo creó, macho y hembra los creó.
28 Luego ’Elohim los bendijo; y les dijo ’Elohim: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, dominad sobre los peces del mar y las aves de los cielos y sobre todo ser vivo que se mueve sobre la tierra.
El hombre solo no puede cumplir lo que Dios ha decretado para él; el hombre solo fallaría el mandato de la creación.
Por lo tanto, es necesario que tanto las mujeres como la maternidad existieran, para producir descendencia, y así, la raza pudiera extenderse por el mundo, para que en forma adecuada y con un respetuoso dominio, ejercerlo “sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que repta sobre la tierra”.
Proporcionar grandes hombres de Dios
Este artículo no intenta enumerar todos los grandes hombres de Dios que se encuentran en las Escrituras.
Pero sabemos que ellos fueron usados por Dios.
Vemos que Dios llamó a Abraham, padre de multitudes.
Encontramos a Moisés, a quien le fue dada la ley.
A David, que fue un rey, conforme al corazón de Dios.
Y finalmente, vemos al mismo Jesús, el Mesías.
Proporcionar grandes mujeres de Dios:
Así como encontramos grandes hombres de Dios en las Escrituras, también encontramos grandes mujeres.
La primera mujer, primera esposa y primera madre, fue Eva, y por lo tanto, la podemos llamar la madre de la humanidad.
Vemos a Raquel, una figura femenina con autoridad, y madre de José, quien fue un esclavo en Egipto.
Esta Débora, juez justo en Israel.
Encontramos a Rut, la tatarabuela de David.
Y claro está, a María, la madre de Jesús.
Este breve párrafo no es suficiente para medir las profundidades de la grandeza de la maternidad encontrada en las Escrituras.
Pero es obvio, que en las Escrituras, las mujeres jugaron un papel clave en la historia de la redención.
Proporcionar al Mesías Génesis 3:15, es la primera profecía, y mención del libertador.
Esta ocurre inmediatamente después de la caída de Adán y Eva: Génesis 3:15:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu descendiente y su descendiente. Él te aplastará la cabeza cuando tú hieras su calcañar”.
Por supuesto, y en última instancia, María dio a luz a Jesús, y así, esta profecía pudo cumplirse.
Es a través de este nacimiento que en Cristo, encontramos redención, el perdón de nuestros pecados.
Sólo a través del Mesías y Su muerte posterior en la cruz, es donde Él pagaría por nuestros pecados (1ª Pedro 2:24), y donde podemos encontrar salvación.
La mujer a la imagen de Dios.
Créalo o no, la maternidad es una expresión de la imagen de Dios.
En las Escrituras, podemos encontrar muchos versículos donde Dios es comparado o relacionado con la maternidad.
Además, lo que regularmente son consideradas características más “femeninas”, como la consolación, la crianza, etc. son también vinculadas con Dios.
Echemos un vistazo.
Como una madre águila: “Como el águila incita a su nidada, Revoloteando sobre sus aguiluchos, Extiende sus alas, lo recoge,
Y lo carga sobre sus plumas remeras. 12 YHVH solo lo condujo,
Con él no hubo dios extraño” (Deuteronomio 32:11-12).
Da a luz a la nación de Israel: “¡Despreciaste a la Roca que te engendró, Y te olvidaste del Dios que te dio a luz!” (Deuteronomio 32:18).
Una madre: “Oh YHVH, mi corazón no se ha ensoberbecido ni mis ojos se han enaltecido; No he andado en pos de grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. 2 Ciertamente he sosegado y acallado mi deseo, Como niño destetado de su madre, Como un niño destetado he sujetado mi deseo. 3 Espera, oh Israel, en YHVH, Desde ahora y para siempre” (Salmo 131:1-3).
Como mujer en parto: “Ya ha mucho que he estado quieto, Me callaba, me aguantaba; Pero ahora, como la parturienta, Jadeo y a la vez resuello” (Isaías 42:14).
Como una madre cuidadosa: “¿Se olvidará una madre de lo que dio a luz? ¿Dejará de amar al hijo de sus entrañas? Pues aunque éstas lleguen a olvidar, Yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49:15). Consolación de madre: “Como a uno que consuela su madre, Así Yo os consolaré; en Jerusalem seréis consolados” (Isaías 66:13).
Protege como lo hace una osa: “Los asaltaré como osa de crías robadas, Y desgarraré la envoltura de sus corazones, Los devoraré como una leona, Y las fieras del campo los despedazarán” (Oseas 13:8).
Reúne como una gallina a sus polluelos: “¡Jerusalem, Jerusalem, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas, y no quisisteis!” (Lucas 13:34).
El corazón de la maternidad
La maternidad no es simplemente una función biológica.
La maternidad viene del corazón de una mujer, colocada allí por Dios en Su creación.
Existen todo tipo de madres.
Están aquellas que han dado a luz a hijos y aquellas que no.
Están aquellas que han perdido hijos, y aquellas que han adoptado hijos.
Están aquellas que han amado y cuidado los hijos de otras; pero todas las madres, ejemplifican la bella cualidad del amor.
Ellas crían, cuidan y aman.
Las madres verdaderas son pacientes y cálidas, y poseen una forma de llegar al mismo corazón de otros hijos.
La mejor madre es una mujer cristiana, quien es paciente, cálida; no es celosa, no es jactanciosa ni arrogante.
Ella no busca su propia comodidad a expensas de sus hijos.
No es provocada por la leche derramada o por los rayones del crayón en la pared.
Se olvida rápidamente de sus lloros, sus pañales sucios y sus constantes necesidades.
Las mejores madres son esas mujeres cristianas que colocan sus vidas por sus hijos y quienes, con increíble paciencia se dan a sí mismas mostrándoles a sus hijos al Señor Jesús.
Por lo tanto, la maternidad no es simplemente una función biológica.
Es una actitud de amor, sacrificio y cuidado que se manifiesta en forma natural en el género femenino.
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