agobiados por el peso de los años, tu amorosa presencia permitió que se
prolongasen sus días en la tierra.
Dios mío, ellos miran para atrás y ven todo el camino
recorrido, desde las travesuras de la infancia hasta la
fragilidad del ahora.
Retira Señor toda la amargura de sus espíritus y
que recuerden con preferencia los hechos agradables y felices. Borra cualquier señal de resentimiento causado por la ingratitud y la maldad de los que algún día pasaron junto a ellos, alegra sus corazones cansados y abatidos, dale los medios de revivir las alegrías de una vida normal y sociable, Dios mío ahuyenta los fantasmas de la soledad, del abandono y del desprecio. Rodéalos de amparo y calor humano en su diario vivir para que puedan mantener un ánimo bien dispuesto, abierto y feliz.
Recompensa la disposición que demostraron, con la bendición de aquella paz que viene de ti y supera todas las limitaciones de la vejez. Amén.