Crucé los pasillos y vi que personas murmurando en voz baja.
Cuando me acerque, vi una escena triste. Una Sra. había golpeado con el carrito el estante de platos y vasos y muchos se habían caído.
Arrodillada, desesperada, juntaba los pedazos, mientras que su esposo tomaba cada código de barra de cada vajilla rota diciendo medio molesto:
¿Ves? Ahora tendrás que pagar todo esto.
Ella solo lloraba, se equivocó y ahora era espectáculo de miradas y burlas.
Me arrodillé junto a ella para ayudarla y decirle que no se preocupara, vino un joven, se arrodilló junto a nosotros y le dijo:
- Déjelo por favor, que los de la limpieza recojan todo esto.
Vaya al hospital para que le vean esa herida en su mano.
Ella lo miró, avergonzada y dijo:
- No. Tengo que juntar eso para pagarlo.
El joven dijo:
- Tranquila Señora!!!! Tenemos seguro para ese tipo de pérdida, y no tienes que pagar nada.
¡Puede marcharse tranquila!
Cuando el joven se levantó, pude ver que tenía la identificación de gerente del famoso almacén.
Tú que has leído hasta aquí, me gustaría que me dieras un minuto. Donde estés, cierra los ojos, y agradece a Dios, porque Jesús ya hizo esto por todos nosotros!
Demos gracias por ese “seguro llamado Gracia”, que Dios nos ha regalado a todos.
Padre Tomas Del Valle-Reyes
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