Porque esa dulzura es de tu niño/a interior.
Esa amabilidad proviene de tu alma y de tu corazón.
No dejes jamás, pero nunca que tengas que estar a la defensiva, con una lanza en la mano o con una coraza puesta.
No dejes que el dolor, que el daño, que las humillaciones, que los palos de esta vida o de las personas que te envidien te hagan odiar.
No dejes que la amargura robe lo bonito de tu esencia, de tus principios y valores.
No dejes jamás que tu luz se apague, porque tienes que brillar más aún de lo que lo haces.
Cree en ti, sí, ¿difícil no?, pero no imposible.
Hazlo.
Aunque el resto del mundo te de la espalda, aunque no encajes, aunque nadie esté de acuerdo con lo que hagas o digas.
Pero tú, sí, tú, sigue creyendo en esa luz y en que esta vida merece ser vivida y este mundo es un lugar hermoso a pesar de todo, por favor, no lo olvides.
Padre Tomas Del Valle-Reyes
Descubriendo El Siglo 21
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