¿Qué es un loco?
Preguntó un hombre de moral y alta educación.
Contestó el vagabundo:
No tengo idea, creo que alguien mal de su mente.
Replicó el hombre inteligente:
Es un perdedor, es un lastre, es un desperdicio, es una mala imagen, es un mediocre, es un fracasado.
Ha perdido los estribos, entonces no tiene porqué vivir.
El vagabundo pensó, y pensó, después de un tiempo replicó:
Yo tenía un amigo, ya murió, y era un vagabundo como yo, y estaba loco, porque perdió los estribos, y tiro toda su vida exitosa.
El perdió su vida en la sociedad, perdió su estatus, perdió su reconocimiento, perdió sus posesiones, perdió su estilo de vida, perdió el interés.
En ese entonces todos le decían “estás loco, has perdido los estribos”.
Porque perdió la razón de ser, perdió su objetivo del progreso, porque perdió el interés en superarse en la sociedad.
Su vista era vaga muchas veces.
Era muy tranquilo y serio. En una ocasión estábamos frente a una fogata, era una fría noche, y le pregunté.
¿Estás loco? ¿Porque abandonaste toda esa vida?
Y el replicó ¿cuál vida?
Se quedó mirando al fuego, pensativo su rostro se resistía al frío de la noche.
Y continúo hablando:
A las personas no les interesamos y a nosotros nos interesa nadie.
A las personas les interesa las cosas, los reconocimientos, la posición y la apariencia de otros.
Eso les interesa a todos y a nosotros mismos también.
Entonces nadie tiene interés en la persona.
A nadie le interesa nadie.
Todo es egoísmo.
Siempre preguntan cosas egoístas, superficiales, sin sentido.
Todos intentan ser lo que otros quieren que sean. Para no decepcionar a nadie.
Nadie pregunta:
¿Cuál es tu deseo? ¿Cómo te sientes? ¿Eso te gusta?
Las preguntas son:
¿Me gustaría esto y aquello?
Y si no cedes, los decepcionaste.
Cuando alguien se sofoca de expectativas, se aleja, entonces para el mundo estás loco, y te castigan:
¿Cómo puedes dejar todo eso?, ¿Cómo es que te abandonas?, ¿Cómo es que perdiste las aspiraciones?
Y nadie pregunta ¿Estas bien?
Cuando pierdes los reconocimientos, la posición y la apariencia.
Inevitablemente también pierdes el miedo, y dejas de sufrir.
Vives, estar aquí, en una noche fría frente a una fogata con un buen y noble amigo, en la simpleza de la existencia.
Es realmente vivir.
Antes aparentaba vivir.
Estaba muerto, hoy estoy vivo. Esto es si es real, aquello aparentaba serlo.
Por eso creen que estoy loco…
El vagabundo al terminar de contar su argumento volteó a ver al hombre de moral y educación.
Y continúo.
Pero sabe algo también, mi amigo sonreía siempre, empujaba siempre, no se quejaba nunca, abrazaba a todos, saludaba a todos, y cuando el murió, hubiese visto la cantidad de personas en su funeral, miles de vagabundos, y ninguno de su vida en sociedad.
Y su cuerpo ya inmóvil aún sonreía.
Era demasiado feliz.
Su tumba era una montaña de rosas rojas, inmensa montaña de rosas rojas, una rosa por cada uno de los vagabundos que lo despidieron de esta vida.
Fue hermoso su fin.
Yo quisiera morir como ese loco…
Y dijo algo que jamás se me va a olvidar;
“Todos los humanos nacen locos, porque nunca piensan lo que hacen cuando son niños.
Solo actúan sin pensar.
Es la educación y la sociedad quien les entrega la cordura”.
Padre Tomas Del Valle-Reyes
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