
No te pido la dulce libertad de la cual hoy amargamente carezco, porque siendo libre quisiste hablarme, pero fue en la cárcel donde te escuché.
No te pido que abras frente mí el mar rojo, para que en presencia de mis enemigos pueda yo en seco cruzar.
Ni te pido que hagas ante mí un gran milagro.
No te puedo pedir como José, que te acuerdes de mí
en este lejano y solitario lugar,
porque reconozco y sé
que cuando vino a buscarme
la mujer de Putifar,
no dudé un momento
ni me quise yo de ti acordar
al enredarme en los brazos del deseo
y al deleitarme en el placer del pecar.
Cómo podría yo, Señor,
tan egoístamente pedirte
que seas Tú quien recoja
lo que con mis manos sembré.Cómo podría yo, Señor, después de tanto herirte y pagarte haciendo daño cuando Tú hiciste bien, pedirte que seas el paño para enjugar mis noches… Tan sólo, Señor, te pido
que no vaya a ser mi vida
echada en el olvido,
Como se pone una vieja carta
en el fondo de un cajón,
sino que sean mis días cautivos
como un faro de luz para mi generación,
y que esté donde estén
todos sean testigos
de que Cristo vive en mi corazón.No te enojes, Señor, si soy atrevido, pero con mi corazón humillado te pido que no se apague mi luz sin que derrames sobre mí la promesa de tu Santa unción.
Descubriendo el Siglo 21
P.O. BOX 1170
New York, NY 10018
212-244-4778
Whatsapp 917-499-9715
Radiosigloxxi@aol.com
No comments:
Post a Comment